Estambul, antigua puerta de Oriente, ciudad cargada de historia y contrastes q no te deja indiferente ni un solo día. 
Poco a poco voy descubriendo mas rincones al perderme x sus calles y disfrutando de las sorpresas q me depara sus variopintos barrios, basta cruzar unas pocas calles para encontrarte de pronto con un mercado callejero donde no paran de gritar y tienes q esquivar a la gente, poco después te encuentras con infinidad de turistas entrando y saliendo de alguna mezquita o restaurante, si te alejas aún más te sumerges entre tranquilas y empinadas calles donde los niños juegan a la pelota y los viejitos charlan en la esquina mientras toman un té. Lo mejor de todo es q esta urbe milenaria aún no ha caído bajo el dominio enloquecedor de los coches, aquí se puede pasear tranquilamente x la mayoría de las calles sin tener q oír ni oler a esas maquinas infernales.
Al llegar el primer día, y supongo q debido al largo tiempo q estuve viajando lejos de Europa, esta ciudad me parecía demasiado moderna, como si hubiese llegado demasiado tarde para conocer a la exótica Estambul q me había imaginado. Sin embargo, al transcurrir los días y vagabundear x sus calles alejándome cada vez más de los reclamos turísticos (la mezquita azul, la basílica de Santa Sofía, el gran bazar, la torre Gálata) comencé a disfrutar de las sorpresas q encontraba al deambular x los diferentes rincones de la ciudad vieja, sintiendo q la echaré de menos cuando me vaya.
Me encanta cruzar el canal del Bósforo en ferry, viendo como se alejan las mezquitas en lo alto de las colinas. Un constante ir y venir d barcos cruzan el canal, aun continua siendo la mejor forma de unir la ciudad y siempre esta repleto de gente.
Al atardecer, pasear x el puente de Gálata (el puente q une la zona vieja y la parte mas moderna de la ciudad) se convierte en todo un espectáculo. Cuando el tiempo acompaña, puedes ver tras las colinas como los colores de la puesta de sol crean un telón de fondo digno de inmortalizar en una foto.
Poco a poco voy descubriendo mas rincones al perderme x sus calles y disfrutando de las sorpresas q me depara sus variopintos barrios, basta cruzar unas pocas calles para encontrarte de pronto con un mercado callejero donde no paran de gritar y tienes q esquivar a la gente, poco después te encuentras con infinidad de turistas entrando y saliendo de alguna mezquita o restaurante, si te alejas aún más te sumerges entre tranquilas y empinadas calles donde los niños juegan a la pelota y los viejitos charlan en la esquina mientras toman un té. Lo mejor de todo es q esta urbe milenaria aún no ha caído bajo el dominio enloquecedor de los coches, aquí se puede pasear tranquilamente x la mayoría de las calles sin tener q oír ni oler a esas maquinas infernales.Al llegar el primer día, y supongo q debido al largo tiempo q estuve viajando lejos de Europa, esta ciudad me parecía demasiado moderna, como si hubiese llegado demasiado tarde para conocer a la exótica Estambul q me había imaginado. Sin embargo, al transcurrir los días y vagabundear x sus calles alejándome cada vez más de los reclamos turísticos (la mezquita azul, la basílica de Santa Sofía, el gran bazar, la torre Gálata) comencé a disfrutar de las sorpresas q encontraba al deambular x los diferentes rincones de la ciudad vieja, sintiendo q la echaré de menos cuando me vaya.
Me encanta cruzar el canal del Bósforo en ferry, viendo como se alejan las mezquitas en lo alto de las colinas. Un constante ir y venir d barcos cruzan el canal, aun continua siendo la mejor forma de unir la ciudad y siempre esta repleto de gente.
Al atardecer, pasear x el puente de Gálata (el puente q une la zona vieja y la parte mas moderna de la ciudad) se convierte en todo un espectáculo. Cuando el tiempo acompaña, puedes ver tras las colinas como los colores de la puesta de sol crean un telón de fondo digno de inmortalizar en una foto.
